La crisis del COVID-19 ha provocado un descenso de la inversión bruta en España del 11,4% durante 2020, hasta situarse en 222.654 millones de euros, lo que la vuelve a colocar en niveles de hace una década. La caída registrada en la inversión ha superado incluso la experimentada en el PIB (-10,8%) y el empleo (-4,2%), aunque este último se ha contenido gracias a la protección proporcionada por los ERTE.
El esfuerzo inversor, la inversión sobre porcentaje del PIB, también retrocede ligeramente en 2020 hasta el 19,8% y rompe así con los seis años de recuperación del periodo 2014-2019. Además, se amplía la distancia con otros países cuyo esfuerzo inversor es mayor, como Francia (22,9%), Alemania (22,1%) o Estados Unidos (21%).
La inversión bruta privada, que concentra el 91% del total, se ha desplomado un 14% en 2020, quebrando la trayectoria de recuperación iniciada en 2013. La inversión bruta pública ha experimentado un incremento del 6,7% en 2020. La administración central aumentó sus inversiones brutas un 30% en 2020 y las comunidades autónomas un 8,2%. En cambio, las administraciones locales redujeron sus inversiones un 17,4%.
Sin embargo, el aumento de la inversión pública no ha sido suficiente para cubrir la depreciación, es decir, permitir el mantenimiento de las infraestructuras y equipamientos ya existentes. Por ello, la inversión neta (la que permite mejorar las dotaciones) se mantiene en valores negativos (-3.034 millones de euros en 2020). Las cifras de inversión neta negativas se arrastran desde 2012, según documenta el informe El stock de capital en España y sus comunidades autónomas (descargable aquí), que hoy han publicado la Fundación BBVA y el Ivie.
El estudio, dirigido por los investigadores del Ivie Francisco Pérez y Matilde Mas, en colaboración con los economistas Eva Benages, Juan Carlos Robledo e Iván Vicente, analiza la trayectoria de la inversión y las dotaciones de capital público y privado en España y sus distintos territorios desde 1995 hasta 2020. La publicación acompaña a la actualización de la base de datos El stock y los servicios del capital en España y su distribución territorial y sectorial, elaborada también por la Fundación BBVA y el Ivie y cuyo formato acaba de ser revisado para mostrar la información de forma más atractiva y dinámica, con gráficos interactivos que mejoran su usabilidad y con la posibilidad de descargar tanto los datos como los distintos materiales gráficos. Esta base de datos constituye, desde su creación en 1995, una herramienta de trabajo para la investigación, con más de 900 trabajos especializados publicados que se basan en la información que contiene.
El informe destaca los bajos niveles de la inversión de las administraciones en la última década, que se han ido ajustando para controlar el déficit público y actualmente solo representan el 35% de las inversiones realizadas en 2008. Los prolongados ajustes en la inversión pública han reducido, entre otros activos, las dotaciones y los equipamientos de servicios sanitarios, lo que ha agravado los problemas de congestión hospitalaria padecidos durante la pandemia, al sufrir más presión que otros países próximos que cuentan con más dotaciones. Entre 2011 y 2018 (último año disponible para la desagregación por sectores) la inversión y el capital productivos del sector de la sanidad pública en España han caído un 50,7% y un 10,2%, respectivamente. La inversión productiva del sector Sanidad pública incluye el gasto público realizado en construcciones no residenciales (hospitales, centros de salud, etc.), equipos médicos, maquinaria, activos TIC (hardware, software y comunicaciones) e I+D.
El stock de capital público, resultado de las inversiones acumuladas, sufre caídas desde 2011 y ha continuado el retroceso en 2020. En promedio, las dotaciones de capital público totales han descendido un 8,2% desde 2011.
El documento incide en la oportunidad que supone la llegada de los fondos europeos Next Generation, destinados a paliar los efectos del COVID-19, para lograr a partir de 2021 niveles de inversión pública que sirvan para cubrir el mantenimiento de las infraestructuras y equipamientos sociales actuales y permitan que la inversión neta vuelva a ser positiva, para ampliar y mejorar las dotaciones.
Caída de la inversión por activos
La caída de la inversión en su conjunto (pública y privada) ha sido general en todos los activos en 2020, pero con intensidades diferentes. El retroceso ha afectado en mayor medida a la inversión en material de transporte, con una caída del 25,1%, seguida de la vivienda (-18,4%) y la construcción no residencial (-11,2%), entre la que se incluye la inversión en infraestructuras públicas. La inversión en maquinaria y equipo mecánico también retrocede con fuerza, un -8,6%.
Por el contrario, la inversión en activos inmateriales (software, I+D+i, etc.) se ha visto menos afectada (-1,9%), aunque el retroceso general de la actividad también ha interrumpido su trayectoria fuertemente expansiva de las últimas décadas. Lo mismo ha ocurrido con los bienes de equipo TIC (hardware y comunicaciones), cuyas inversiones han bajado un -3%.
La distinta evolución de la inversión en activos materiales e inmateriales en el último año prolonga una tendencia de la última década que permite que las inversiones inmateriales y las TIC ganen peso en la inversión total. Pese a ello, los activos materiales siguen teniendo mucho más peso en la inversión total -superior al que representan en los países más avanzados-, lo que significa un freno para la productividad española.
Pese a su avance en este terreno, España es el país entre los grandes y desarrollados con menor inversión en activos inmateriales y TIC. Estos activos representan en la actualidad el 21,6% de la inversión en nuestro país, frente al 33,4% de EE. UU., el 26,5% de Francia o el 25,4% de Reino Unido. El Plan NextGenerationEU, muy orientado a la digitalización de la economía, supone una oportunidad para mejorar la situación española en este ámbito.
Dado el importante papel de las inversiones en la orientación del patrón de crecimiento de las economías, los autores del informe subrayan la importancia de que la acumulación de capital en España responda a dos grandes desafíos. En el ámbito de las administraciones, el reto es mantener un ritmo inversor menos irregular que en el pasado, en el que la inversión ha sido la herramienta de control del déficit, dando lugar a caídas de la misma tan intensas en los últimos años que han provocado el deterioro de las infraestructuras y equipamientos acumulados. En el ámbito del sector privado el reto es profundizar en la orientación de las inversiones hacia los activos relacionados con las TIC y los intangibles, para que contribuyan a mejorar la baja productividad que arrastra la economía española en muchas actividades. Esta reorientación es condición necesaria para mejorar el posicionamiento de las empresas españolas en las cadenas de producción globales, cuyos eslabones más generadores de valor se apoyan en el aprovechamiento del capital físico y el capital humano, en especial de los activos más intensivos en conocimiento.