El médico y divulgador científico valenciano por excelencia ha fallecido este jueves a los 99 años. Santiago Grisolía consiguió alcanzar los mayores hitos a nivel internacional e incluso codearse con grandes personalidades de la esfera política y social. No obstante, el bioquímico no se despegó de la realidad y se entorno y en numerosas ocasiones se pronunció en aspectos controvertidos.
Grisolía era un hombre entusiasmado por la ciencia y el rey emérito de concedió el título de Marqués de Grisolía en 2014 por su «prolongada y encomiable labor investigadora y docente«, su «contribución al conocimiento científico» y en reconocimiento del «real aprecio» del monarca.
El desgaste en la salud del divulgador científico valenciano llegó cuando se hizo público que no asistiría a los Premios Rey Jaime I el 7 de junio de 2016. Doce días después del acontecimiento, Santiago Grisolía tuvo que ser ingresado en el Hospital Clínico de Valencia por una indisposición. A partir de este momento, las apariciones públicas del bioquímico son a cuenta gotas.
Otro mazazo para el valenciano fue la muerte de su mujer. A sus 99 años de edad, en septiembre de 2017 falleció la investigadora Frances Thomson con la que tenía dos hijos en común.
Santiago Grisolía fue el discípulo y a su vez el primer alumno español de postdoctorado del Premio Nobel en Medicina y Fisiología, Severo Ochoa, en los Estados Unidos gracias a una beca del Ministerio de Asuntos Exteriores. Estuvo más de tres décadas en Wisconsin donde trabajó como profesor y presidente del Departamento de Bioquímica Molecular de la Universidad de Kansas y director del Laboratorio de ese centro.
En 1977 regresó a España para hacerse cargo del Instituto de Investigaciones Citológicas de Valencia. En 1988 fue designado presidente del Comité de Coordinación Científica de la Unesco para el Proyecto Genoma Humano, donde convirtió a Valencia en una de los centros neurálgicos del mundo al tratarse de uno de los avances más importantes en la humanidad.
En sus últimos años se centró en la divulgación y en la literatura científica escribiendo libros como ‘Vivir para la ciencia’, donde criticaba la falta de apoyo institucional y político al desarrollo de la investigación en España.
El Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica en 1990 fue nombrado asesor del ‘president’ de la Generalitat Valenciana para Ciencia y Tecnología en 1995. También ostentaba el cargo de presidente ejecutivo de los Premios Rey Jaime I, puestos en marcha por la Fundación Valenciana de Estudios Avanzados y la Generalitat Valenciana, y logró traer a numerosos premios nobels en uno de los galardones con más dotación económica de todo el país.