Enrique Benavent
«Licht! mehr Licht!» (¡Luz!, ¡más luz!) fueron las últimas palabras del poeta Goethe en su lecho de muerte según el testimonio de su médico personal, el doctor Carl Vogel. Tanto da que la frase se entienda en su literalidad, el deseo de un moribundo para que entre más luz en su habitación, como si se le da la interpretación metafórica del anhelo del poeta por el conocimiento. En cualquier caso tal petición en la España de nuestros días sería un lujo al alcance de muy pocos, tanto por el precio de la electricidad, si se interpreta literalmente, como por la precariedad de nuestro sistema educativo, si se entiende como un deseo de conocimiento.
En las antípodas del poeta alemán me encuentro con el siguiente titular: “Sánchez propone recortar la iluminación nocturna de las ciudades para proteger «el cielo estrellado»” y es que nuestro flamante gobierno social-comunista se ha descolgado con la sugerencia de que hay que reducir la iluminación nocturna de las ciudades porque, entre otras razones no menos peregrinas, el exceso de iluminación supone «pérdida del paisaje nocturno y el cielo estrellado». Diríase que la expresión está inspirada en la sentencia de Kant cuya alma se llenaba de admiración por dos cosas: «el cielo estrellado sobre mí, y la ley moral en mí». Pero muy mucho me temo que individuos como el presidente que plagió su tesis doctoral, Irene Montero, y otros miembros y “miembras” del gobierno, hayan leído a Kant. Por otra parte, lo de la ley moral se me antoja una sangrante ironía cuando se aplica a quien aseguraba que nunca pactaría con Bildu o que no podría dormir compartiendo gobierno con Podemos. Así pues habrá que sumar lo del cielo estrellado a la larga serie de sandeces como cuando el doctor plagiario en pleno confinamiento se ufanó de que se habían reducido los accidentes de tráfico y de que los niños se lavaban más las manos.
Otras memeces son más preocupantes. En una entrevista-fellatio en la televisión gubernamental (que no pública), “Su Pedridad” se ha vanagloriado de que se ha vacunado a todo el mundo sin preguntar a quién votaban. Siniestra afirmación, ¿acaso se habían planteado vacunar solo a quienes les votaron? Recordando a Cristina Pardo en la Sexta haciendo un reportaje en Marinaleda pidiendo a los vecinos que identificaran las casas de quienes habían votado a Vox, cualquier cosa es posible. (Cristina, un consejo a ti y a los de la Sexta, el procedimiento más efectivo es obligarles a coserse una estrella amarilla en la ropa: al camarada Adolf, le salió muy bien)
Y mientras, la eliminación de iure de las recuperaciones en la ESO, lo que de facto supone el aprobado general gratiis et amore, servirá para seguir creando una masa cretinizada dispuesta a comulgar con ruedas de molino.
Pero estoy divagando, como Goethe, yo también necesito más luz. Voy a poner Sálvame: ¡Que Jorge Javier me ilumine para saber lo que debo pensar!