Vicente Montoro
Hoy no tenemos resaca ni ganas de dejar de beber hasta dentro de, mínimo, cinco días. Hoy tenemos ganas de más porque, entre acto y acto fallero, a la una de la madrugada estamos todos encerrados en casa. «Habrá que reconsiderar el horario de algunos actos», decía Puig el otro día. ¡Qué cachondo, el tío! Acabamos de dejar atrás una horrible ola de calor y ha impuesto que realicemos la Ofrenda a la Virgen de los Desamparados desde las 9 de la mañana. Valencia, septiembre, 12 del mediodía en el centro de la ciudad. ¡Salve Dios a los que les toca mañana!
Ayer se cumplieron 2 meses desde que se vislumbra una opción real contra este despropósito de gobierno autonómico que padecemos los valencianos. Carlos Mazón fue elegido presidente del Partido Popular de la Comunidad Valenciana el 3 de julio de este mismo año con el claro objetivo de establecer una alternativa de gobierno en nuestra tierra.
Mazón, que desde la Diputación de Alicante otorgó un nuevo paquete de ayudas al turismo hará cosa de una semana, asiste atónito a las incongruencias que suponen las medidas que está adoptando la Generalitat. En julio, Valencia fue la única provincia de toda España en que aumentó el paro y, en el conjunto de la Comunidad Valenciana, el paro solo descendió un 0’84%, siendo los segundos por la cola de todo el país. Se ha condenado durante más de un año y sin justificación racional a la ruina a la hostelería, se ha vuelto a criminalizar a los locales de ocio nocturno y se nos ha vuelto a privar de la libertad de circulación nocturna con el visto bueno del TSJ que parece, más bien, una delegación jurídica del PSPV con unas sentencias que cualquier jurista consideraría todo un despropósito. Por si fuera poco, también se recortó la cantidad de agua que nos llega a través del trasvase Tajo-Segura y, atónitos, asistimos al ninguneo del gobierno central a los agricultores valencianos, alicantinos y murcianos con la única réplica en contra del Partido Popular capitaneado por Carlos Mazón.
A los jóvenes nos han relegado a vivir de nuestra familia, sin apenas oportunidades laborales y sin plan de futuro. Nos fríen a impuestos continuamente, imposibilitando el ahorro e independizarnos. Nos hacen imposible heredar o recibir ni la menor transmisión de nuestros progenitores. Las ayudas que debían haber llegado a los estudiantes valencianos durante el curso 20/21 todavía no se han ingresado y el curso siguiente comenzará, si no cambia, con 21’5 millones de euros que siguen en las arcas de la Generalitat y que pertenecen a los universitarios. Con una tasa de abandono escolar que es, todavía, la más alta de Unión Europa; y, ahora, pretenden analfabetizarnos con una ley de educación que, por ejemplo, elimina competencias básicas en lengua castellana o aplica una visión feminista -¡válgame Dios!- a las matemáticas.
A la juventud nos preocupa el cambio climático -¡y tanto!- mucho más que a esos líderes políticos que dicen establecer medidas para fomentar una mejor convivencia medioambiental pero que solo pretenden prohibir. El gobierno amenazaba con eliminar los billetes de avión low cost a una juventud que, de no ser por ellos, no hubiera podido apenas salir de este país. Amenazan con eliminar la mayor parte de los vuelos domésticos, pero no son capaces de invertir lo suficiente en el Corredor Mediterráneo o el Corredor Cantábrico para favorecer el transporte ferroviario. Además, se oponen formalmente desde el Ayuntamiento de Valencia a la ampliación del puerto de Valencia, condenando el futuro de la ciudad y poniendo coto al bienestar de una ciudadanía necesitada de recursos.
A los jóvenes también nos preocupa la sanidad pública y la inutilidad de las reversiones de un modelo que, como se ha demostrado, funcionó y funciona. Y es que, después de meses criminalizándonos, el gobierno de Puig confesó que llevaba días maquillando los datos de vacunación en la Comunidad Valenciana tras «un error», tratando de ocultar su completa incompetencia y falta de planificación. Así como con la reforma de la financiación, cuyo papel es fundamental en la recuperación y la mejora de los servicios públicos valencianos y que el ejecutivo del President ha relegado a la contraportada de su plan de gobierno.
Los montes de Castellón ardían en llamas hace apenas una semana y Afganistán era tomada por los talibanes sin resistencia alguna de la comunidad internacional y con nuestro presidente autonómico en la playa, aunque no en la misma que el presidente Sánchez. A esto venía el socialismo: a abandonar la lucha por la libertad.
Los jóvenes somos presente y futuro, y pretendemos construirlo de la mano de Carlos Mazón con el impulso de una Convención Nacional que lo colocará en una situación de fuerza en el mapa político dentro de, exactamente, un mes.
Como en Andalucía, tras el socialismo hay esperanza. Creemos, President.